Nuestro amigo Domingo Lupis, creativo publicitario santafesino radicado en Capital, hizo un profundo, elogioso y desacertado análisis de nuestro humor en su prestigioso blog sobre creatividad. Reposteó nuestro sketch "El Ascensor", y esta fué su opinión (henchidos de orgullo la reproducimos completa):José María es hijo de mi gran amigo José M. de Feo, con quien armamos nuestra mini agencia de publicidad y emisora radiofónica barrial a los 12 años, en la ciudad de Santa Fe.
Es uno de los pocos autores argentinos que sabe manejar estupendamente el arte de escribir sit-com (comedia de situación), género muy particular que entre otras exigencias reclama una amplia cultura y conocimiento perfecto de lo que es la actuación en el ámbito televisivo.
Tengo en mi compu los guiones que me hizo llegar hace varios años; cuando tomé contacto con ellos no pude dejar de asombrarme por la calidad narrativa que se dejaba entrever en cada uno de los diálogos. Insisto: en nuestro país son escasos los autores que conocen como la palma de su mano el abc de las sit-com.
El video (1 y 2) que ofrezco en este posteo exhibe todas las contras, en racimo. Paso a enumerarlas: va a contramano con el lugar en que se desarrolla el diálogo; se trata de un restaurante en donde la atención del público casi siempre es dispersa. Para colmo, de buenas a primera se filtra un ruido que enturbia el audio. Esos momentos son fatales para cualquier actor. Pero hay que seguir hasta el final, con el mejor ánimo.
Los gags son localistas, es decir que se esfuma la fuerza del remate en la escucha de los que ignoran de qué se trata. A esto hay que agregar que trabajan sin red; todo se vuelve imprevisible, causando un ralentamiento de la conversación que, en este caso, necesita dinamismo, para que cada uno de los hallazgos vaya surgiendo como dicho al pasar. Recordemos que el humorista debe decir su speech sin que se noten los momentos que definen la risa. Porque es la gente quien debe decodificar esas improntas.
El artista legítimo dice su parte como si nada pasara, como si no existiera la intención de provocar gracia. Ese punto es básico; sin embargo, la mayoría de los actores que hacen humor caen en el pecado capital de buscar complicidad en la audiencia, para que ésta advierta en qué instante deberá reirse. El dueto De Feo- Belenguer no cae en dicha vulgaridad.
(Hay que escucharlo a Dolina más seguido, para aprender algunas claves.)
Las veces que he hablado con el hijo de mi amigo no dejo de remarcar esa ley suprema del humorista.
José María ha intentado en varias ocasiones instalar su base en Buenos Aires. Sin embargo, aún no ha aparecido la oportunidad que merece. Y entonces tiene que conformarse con lo que hay; y lo que hay en el interior no es demasiado, salvo que acudiera al trámite de una mediocridad manifiesta para acelerar los tiempos. Eso lo obligaría a escribir guiones coprolálicos, intrascendentes, facilistas, gestión que suplanta la falta de ingenio en aquellos especímenes que nunca producen un hecho artístico. Así, se mezclaría humor con imitación; gritos con énfasis; trasvestismos con falso ingenio... Y ya sabemos que las copias nunca se vestirán con el ropaje del arte en serio, llamado originalidad.
Finalmente, querría agregar que este mensaje no está escrito para el dueto; el destino final apunta a quienes se animan a recorrer las calles de una existencia transformada en arte. En definitiva, tiene la odiosa pretensión de incitar a recorrer interminables kilómetros, para conseguir un producto que valga la pena.
Les suenan Les Luthiers, Woody Allen, los hermanos Zucker; Buster Keaton, Chaplin y otros maestros del humor que cuidaron los detalles hasta su mínima expresión? Ellos tuvieron en claro que el diablo se esconde en los detalles. Así de simple; así de difícil.
GRACIAS DOMINGO!
